martes, 21 de julio de 2020

¿Qué hace grande a mi país?



¿Sus paisajes? Bordeado de este a oeste por cálidas aguas esmeraldinas; coronado por cumbres libertadoras en perpetua blancura; bañado por dunas de oro en constante movimiento; cubierto por una extensa sabana de latente verdor; no.
            ¿Sus recursos naturales? Oscura y ardiente savia fluye por las venas de una tierra ancestral;  viejas reliquias doradas oculta una selva feraz; fuente caudalosa de vital mana nos cruza de par en par; brotan frutos de vida y muerte en un Edén sin igual; no.
            ¿Sus próceres? Aquí los hay por doquier: venerables médicos, científicos de todo calibre, deportistas de hazañas mundiales, escritores de bárbaras pasiones, y en el máximo trono un libertador de cinco naciones; no.
            Lo que hace grande a mi país es Juan: el chichero de la esquina de “Mamey”; Aníbal: el zapatero de la avenida “Sur-4”; Carlos: el pregonero del azar en el mercado de “Quinta Crespo”; sí, es su gente, su vida, su latir diario y ordinario, sus alegrías, dolores y penurias lo que hace grande, lo que hace inmortal a mi país: Venezuela.
           
             

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