Estimados camaradas socialistas, viendo y viviendo la situación
conflictiva y peligrosa que está transitando nuestra revolución en
los actuales momentos, me he decidido a realizar una serie de
artículos pertinentes al único tema que creo que nos puede salvar y
que muy mal ha sido tratado en estos 15 años de revolución y éste
es el tema ideológico.
Ciertamente, desde el nacimiento mismo de nuestra revolución la
falta de una sólida base ideológica ha sido evidente, así como el
eterno guabineo e indefinición que nos ha acompañado en este
proceso en el apartado ideológico a lo largo de todo este tiempo, y
ojo, aquí quiero hacer una aclaratoria, la falta de base ideológica
y de definición de conceptos es un problema desde el primer día en
que vio la luz la revolución, es un problema con el cual batalló
nuestro líder supremo, el Comandante Chávez, y que para nada se le
puede achacar a nuestro nuevo líder y presidente, Nicolás Maduro,
en estos apenas 9 meses de mandato.
A lo largo del proceso fueron apareciendo conceptos, muchos títulos,
la gran mayoría vacíos, y demás aristas que se fueron anexando a
una posible definición de nuestro proceso revolucionario. Desde un
principio nuestro líder supremo, el Comandante Chávez, dejó muy en
claro que era una revolución socialista, y a partir de ahí creíamos
tener una sólida base ideológica, pero el proceso de
transformaciones dentro de un ámbito pacífico pronto nos demostró
que los viejos dogmas socialistas para nada definirían este proceso
y nuevamente caímos en un hoyo ideológico.
Apareció un “sesudo” escritor y seudofilósofo -que no
mencionaré porque para nada me interesa- y nos dio un nombre, nos
rotuló, nos tituló, pero para nada nos definió, cuando llamó a
esta -nuestra revolución- el “Socialismo del Siglo XXI” y aquí
nuestro líder y Comandante, Hugo Chávez, vio la primera panacea, el
primer apoyo que le permitiría tener un punto de partida ideológico
para nuestro proceso. Este título permitía, a la vez, ser
socialistas y no estar amarrados a viejos dogmas encasillados y
fracasados del socialismo del siglo pasado y abría un millón de
puertas para una definición del nuevo socialismo, pero así como
era un gran punto de partida, de la misma manera era un gran hoyo
conceptual en lo ideológico, pues cabía todo y poco había dentro.
Con el devenir del tiempo y ante la
imperiosa necesidad de darle algo de sostenimiento ideológico a esta
nueva propuesta de socialismo, a este, que hasta ese momento no era
más que un título vacío como el del “Socialismo del Siglo XXI”,
le agregamos su primera arista, su primer grupo de conceptos sólidos
y claros y pasamos a renombrarla como una revolución socialista y
“Bolivariana”, así, de un solo golpe y plumazo, anexamos a
nuestra nueva ideología todas las bases programáticas y de
pensamiento de nuestro gran padre de la patria: Simón Bolívar,
aunque en honor a la verdad muchas de ellas se encontrarán de frente
con algunos preceptos socialistas que creímos sólidos en nuestra
revolución.
Pero esta nueva adición a nuestra base ideológica no bastaba, no
llenaba todos los huecos ni nos daba todo el apoyo que necesitábamos,
y de ahí vino la siguiente anexión, ésta devenida -sin duda- por
duros acontecimientos y por fuertes creencias espirituales de nuestro
gran líder, y fue así como nos pasamos a llamar “Socialismo del
Siglo XXI, Bolivariano y Cristiano”. Anexamos títulos y preceptos
ya conocidos y fortificados en el tiempo, dábamos la característica
de luchador social y socialista puro a Jesús de Nazaret, cosa que no
se puede negar, pero agregábamos la enorme cuota de fantasía y
sumisión ideológica del Cristianismo a una revolución que desde un
principio quería se socialista.
Este arroz con mango que comenzábamos a mezclar para construir
nuestra base ideológica, harto necesaria por aquellos y por estos
días, trajo sus consecuencias y de ahí que se radicalizara y tomara
preponderancia la rama socialista de la base inicial y escuchásemos,
no sin gran asombro y susto por la burguesía parasitaria venezolana,
que nuestro gran líder y comandante se auto definía como “Marxista”
y esto en pleno siglo XXI era una bocanada de aire puro para los que
amábamos la revolución y un duro aviso a todos aquellos que siempre
la habían adversado.
Pero este nuevo “título” poco aportó a lo que debería ser, no
solo la base que nos diese sustento e inicio, sino que nos diese la
guía definitiva de nuestra marcha como nación libre e
independiente, fue así que se siguió batallando en los dos frentes,
el diario, el del día a día, y el ideológico, el tratar de
pavimentar la carretera que nos conduciría hacia un futuro, y triste
es tener que reconocer que ganó el día a día, la inmediatez de
vida y no el proyecto a largo plazo, la idea futura, la patria
añorada.
Fue así como esta revolución se comenzó a olvidar de darle un piso
ideológico a nuestro proceso y se preocupó, no sin acierto, en lo
importante de la vida, en lo humano (el problema radica en que lo
humano no debería ser individual, ni momentáneo, sino que debería
ser eterno). Así es como aparece el mayor tumor que se enquistó
dentro de nuestra revolución y hoy nos amenaza con chuparnos el
último resquicio de médula socialista que aún nos queda, y no fue
otra cosa que la mal nacida misión “Vivir Bien”.
Aquí me desvío del hilo conductor de la idea que quiero exponer en
este artículo y aclaro que el nacimiento de la misión Vivir Bien
tenía un hermoso sustento y era el de la justicia social, el de
pagar esa enorme deuda de siglos acumulada por al burguesía oligarca
dominante en contra del pueblo y que permitiría a este el acceso a
bienes y servicios (la gran mayoría tecnológicos) que pudieran
elevar el nivel de vida de nuestros compatriotas, quienes durante
décadas fueron olvidados y maltratados por todos los gobiernos de
turno.
El problema fue cómo esta misión se comenzó a canalizar para uso y
benéfico de la mal llamada clase media y, sin darnos cuenta, o
dándonos pero sin otorgarle la importancia debida, comenzamos a
crear una misión clasista, una misión que con el transcurrir de muy
pocos meses se transformó en una misión burguesa y que hoy en día
nos demuestra el enorme daño que en la cultura ideológica de la
revolución ha causado.
Es poco menos que patético ver que nos molestamos en traer gran
cantidad de automóviles a precios justos y decentes, llegamos hasta
a exonerar a estas unidades del pago del impuesto del IVA y, sin
embargo, poco o nada hacemos para evitar que la filosofía de la
necesidad, de la cola, de la urgencia, del desabastecimiento
ALIMENTARIO salga del ideario imaginario de nuestro pueblo.
Es triste ver como la muy necesaria guerra económica en contra de la
parasitaria y abusadora clase burguesa -dueña del poder económico-
se iniciase en tiendas de ventas de televisores y demás
electrodomésticos, mientras el pollo está gozando una bola sobre
los 60 bolívares y el aceite llegando a los 50, y no nos olvidemos
que ahora hasta para comprar productos de limpieza hay que hacer
cola.
Poco menos que ridículo fue ver a nuestros ministros en una tienda
de regalos de bodas de multimillonarios, sancionando a sus
especuladores dueños, cuando a escasa cuadra y media del local de
marras en un abasto vendían los cortes de segunda de la carne de res
a 95 bolívares y el pollo despresado en más de 65 bolívares. No
nos caigamos a embustes, señores, lo poco de socialista que esta
revolución pudo tener esa misión lo está terminando de destrozar.
Ahora es necesario hacer un poco de ejercicio histórico y
remontarnos al origen de esta desviación clasista y pequeño
burguesa de una misión nacida en el seno de un gobierno que se
nombra socialista, porque de no hacerlo caeríamos en el grave error
de culpar a nuestro actual líder y presidente Nicolás Maduro,
cuando en realidad esta es una muy malsana práctica que nos viene de
mucho antes y que tiene ciertos aspectos relevantes que enseguida
trataré.
Nunca me podré sacar de la mente y del corazón la cara de nuestro
líder y comandante supremo el día que en medio de una transmisión
en cadena nacional de radio y televisión hacía entrega de tarjetas
de crédito (principal arma del neoliberalismo burgués capitalista)
a un grupo de médicos, fue doloroso ver la cara de nuestro gran
líder Chávez cuando el presidente del tan “socialista” Banco de
Venezuela le comunicaba que esas tarjetas, por un monto de 4 o 5
millones de los de antes (no recuerdo bien el monto y poco importa
para el caso), eran para ser usadas en las MUY merecidas vacaciones
de estos profesionales de la salud. No me cabe la menor duda de que
cuando Chávez se encontró en privado con ellos, no solo le recordó
la abuela a más de uno de sus ministros y directores, sino, y como
ocurrió semanas después, destituyó a más de uno.
El ejemplo anterior habla por sí
solo de cómo esta misión, casi desde sus inicios, comenzó a
desvirtuarse, y ojo que cuando hablo del Vivir Bien no me refiero
únicamente a la misión creada para dar electrodomésticos baratos
al pueblo, uso este título como lo que es, un arma de destrucción
ideológica metida dentro de nuestra revolución, y es por eso que
todas las aristas que toco tienen que ver con lo ideológico del
título y no tan solo con lo práctico de la misión.
Pero hay un aspecto que me causo mucho más dolor, y sé muy bien que
por este me llamaran comunista trasnochado y le quitarán toda
relevancia a esta pocas letras, pero es que fue tan evidente el error
ideológico y tan antisocialista esta medida, que creo que fue la
estocada más mortal que se le pudo dar a la vertiente socialista de
la revolución y a la vez fue el mayor impulso que se le pudo otorgar
a la muy perniciosa misión Vivir Bien. El ejemplo que quiero dar es
el de las tan hermosas y necesarias “Canaimitas”.
Aquí debemos dejar en claro ciertos aspectos fundamentales de lo que
significa una ideología capitalista versus una ideología
socialista. Lo primero que debemos acotar es que el capitalismo
prima, por sobre todas las cosas, al individualismo, y en ese
apartado el actual neo-liberalismo lo exacerba hasta los límites más
malignos, mientras que en el socialismo prima y debería primar por
encima de cualquier cosa, hasta de la vida misma, lo común, lo
mayoritario, la suma de seres en torno a un beneficio, estas sin duda
alguna son las dos características primordiales y más antagonistas
de estos dos sistemas de concebir la vida. Ahora retornemos, con
estas premisas claras, a nuestro ejemplo anterior, las “Canaimitas”.
Cuando nuestro gran líder y comandante Chávez anuncio la misión
Canaima, para colocar un laboratorio de computadoras para los niños
de las edades más iniciales fue como la bocanada de aire que
necesitaba el para aquel entonces muy aquejado proceso socialista.
Qué mejor forma de hacer patria y hacer socialismo que dotar a todas
y cada una de las escuelas públicas de nuestro país de un
laboratorio con computadoras de tecnología de punta con programas
actualizados, revisados y preparados para la formación del hombre
nuevo y qué mejor manera de empezar que por donde se debe, por los
mas pequeños de la patria. Hasta aquí todo era socialismo en su más
puro estado.
Pero, siempre aparece el maldito pero, las cosas no fueron como
debían en lo que se refiere a la programación, sobre todo
ideológica, que estas unidades deberían tener y se terminó de
despeñar el sueño socialista cuando se informó que en vez de
seguir colocando más y más laboratorios en todas las escuelas ahora
iríamos entregando en propiedad estas unidades a cada uno de los
niños, jóvenes y ahora universitarios de nuestra patria.
Si la programación que estas
unidades tiene hubiese sido muy bien preparada en lo ideológico
hasta este viraje tan capitalista no sería tan grave, pero al no
darse esto, se puede asegurar hoy en día que en ese momento la
revolución comenzó a transformarse en una revolución del Vivir
Bien y comenzó a alejarse, ahora sí de manera inequívoca, de
cualquier premisa socialista. Ojo me es necesario aclarar que esta
medida harto popular y de gran reivindicación social, observada
desde el punto de vista humano, fue una de las medidas más humanas y
populares tomadas por nuestro gobierno, pero desde el punto de vista
de la tan necesaria formación ideológica socialista fue lo más
nefasto que hayamos podido hacer.
Se que aquí la gran mayoría sentirá una enorme animadversión
hacia mis palabras y mis ideas, pero se que encontraré eco en
aquellos que aún tienen la esperanza de construir una patria bella,
no para nosotros, eso sería capitalismo, ni tan siquiera para
nuestros hijos, eso sería un socialismo ligero, sino el construir
una sólida patria con hombres en capacidad de defenderla para las
próximas diez generaciones y eso, señores, SÍ sería socialismo,
pero por desgracia lo que aquí prima es el aquí y el ahora,
parafraseando a un fantoche de la vida fácil embaucador de más de
uno con lo espiritual, lo importante es la comodidad, nuestra
tranquilidad, nuestro derecho, nuestra gota de petróleo, nuestro
cupo en divisas.
Y toque como ejemplo muy
malicioso, porque es la más clara demostración de que todo
lo que he escrito, y duela a quien le duela, es la verdad más
próxima a la realidad que vivimos (recordemos siempre que la verdad
absoluta no existe), y este ejemplo es el de la reducción de la
cantidad y el aumento del valor del dólar para el cupo electrónico.
Basta con ver el Twitter y revisar el TL de la gran mayoría de los
periodistas de la cadena gubernamental con visión sureña, o la de
varios miembros de la radio pública nacional, sin olvidar a
emblemáticas señoras enemigas de la CIA; no, señores, fallamos
burdamente en el apartado ideológico y creamos a esa caterva de
revolucionarios seudosocialistas que en lo que la revolución les
tocó el bolsillo demostraron su claro talante “social”; lo hemos
hecho mal, muy mal y si no rectificamos ahora vamos a terminar mal.
Ya para finalizar dejemos claro que de seguir el rumbo del Vivir Bien
por encima de un verdadero rumbo socialista esta revolución tiene
fecha de caducidad y no va a tardar demasiado, porque caminar en la
oscuridad sin una luz que nos alumbre es una osadía que siempre
termina mal, y para los que no entiendan la metáfora esa luz es la
ideología que debe sostener a todo proceso revolucionario, y si no
lo creen, lean qué le pasó a la URSS cuando casi desecharon por
completo la ideología que los formó y les dio vida, el Marxismo
reorientado por Lenin.
Aún hay tiempo para cambiar si queremos pensar en nuestros nietos,
pero si lo importante es un moderno Pendriver o tener dólar barato
para poder ir de vacaciones a Bali no cambiemos nada pues vamos en la
ruta correcta, solo esperemos a que los gringos incendien de fuego a
nuestros hermanos del medio oriente, que suba nuestro único recurso
de vida: el petróleo y a darle duro al Buen Vivir.
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