Mil
veces toqué tu puerta,
en
mañana fresca y luminosa,
en
tarde gris y melancólica
y
en noche oscura y muerta.
Mil
veces toqué tu puerta
y
tú nunca te asomaste
para
ver la herida en mi pecho
que
con la daga de tu desamor clavaste.
Mil
veces toqué tu puerta
cuando
tú de mí ya habías partido...
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